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PACO ROCA, mira al éxito con indiferencia. Entrevista con el referente español del comic.


Paco Roca (Valencia, 1969) es uno de esos pocos privilegiados que han logrado hacer realidad el sueño de pequeño: vivir dibujando. Y mira que lo ha conseguido. Su ascendente carrera le ha consagrado un sitio relevante entre los más reconocidos autores de cómic de España como Max, Kim, Antonio Altarriba, Miguel Gallardo, Juanjo Guarnido y Santiago Valenzuela. En los últimos cinco años y contra reloj, ha alcanzado una reputación que trasciende nuestras fronteras para convertirse, a la par de sus colegas franceses, belgas y norteamericanos, en un infaltable de los más laureados festivales del género como el de Angoulême en Francia.



Su amplísimo catálogo de humildad y sencillez, son equiparables al ingenio y lógica narrativa que distingue a sus trabajos, rasgos que nos  invitan a descubrir esa esencia creativa de ponderada mezcla entre reflexión y humor, ensoñación y eco a la realidad, fantasía y cotidianidad, nostalgia y reflexión, que brota a raudales de sus viñetas. Difícil englobar en pocos adjetivos la versatilidad que alberga la mano y el prodigio de este creativo valenciano quien define su línea poco menos que austera.
Entre sus obras más destacadas figura la recién premiada por los Goya al mejor guión adaptado y mejor película de animación (2011), también nominada a los Oscar, Arrugas. En esta narración Roca se adentra con un intimismo excepcional  en el drama y el dolor de un personaje aquejado por el Alzheimer. De tinte eminentemente social, esta pieza podría parangonarse con otras de similar factura del mismo autor, como su novela gráfica El invierno del dibujante (2010) aunque estéticamente difieran en su concepción. 



Este último título, que le valió el premio al Mejor Guión de Autor Español del 2011 en el XXVI Saló Internacional de Cómic de Barcelona, y al Mejor Guión y Mejor Obra en el mismo salón edición 2011, se hunde en las raíces del tebeo español y cuenta la historia de 5 dibujantes de la editorial Bruguera que intentan infructuosamente abandonar la empresa para fundar una revista propia llamada Tío Vivo, opuestos a la apropiación que la editorial hacía de sus trabajos y a la censura que establecía sobre los mismos. 


El dibujante Paco Roca en su espacio de trabajo.



No así, otras producciones de Paco Roca trascienden por su humor más que por su apego al trabajo documental. En Memorias de un hombre en Pijama (2011), recopila las viñetas publicadas en el periódico Las Provincias de Valencia y con verdadera genialidad e inteligente humor, plasma la vida diaria de un ingenuo hombre común, que resulta ser él mismo. Es una obra (autobiográfica) donde el autor estampa un catálogo de miserias humanas, hasta servirnos de espejo para vernos reflejados y reírnos a carcajadas mientras revisamos nuestro arsenal de recuerdos.



Adentrados en aguas más profundas, su trabajo publicado en 2011 e inspirado en Franz Kafka captura ese desconcierto, angustia y delirio perturbador que evocan  los relatos de La Metamorfosis. Alegorías sugeridas  por la obra literaria  de potente carga social y/o identitaria, que reconoce marcó un hito en su cosmogonía y le permitió experimentar con diversos estilos gráficos.



En cualquier caso, podemos encontrar en la creación de Roca una paleta cromática que va del blanco y negro a  sutiles pasteles, y una línea que difiere de uno a otro título adaptándose a las exigencias narrativas y ofreciendo al lector una idea de la capacidad de mutación de este portentoso creativo. Su potencial para contar historias supera con creces la expresión del dibujo, que no desmerece el estilo limpio y sucinto, aunque expresivo. Pero lo que destaca a todas luces, es su condición de excelso narrador que pone en tela de juicio las afirmaciones que hiciere el crítico Vicente Molina Foix acerca de los cómics como "perversión" que se debe a la "dominante quiebra de categorías estéticas" e "indicio del infantilismo expresivo". 


Viñeta de "El invierno de un dibujante" de Paco Roca.

Claro está que resulta preciso diferenciar aquí dos categorías de expresión: cómics y novela gráfica, cada cual con recursos, disímiles pero enraizados, en el esquema de viñetas. En cualquier caso, Paco Roca se mueve entre ambos formatos con total libertad creativa e ideológica. Su estilo narrativo, es rico y directo. Pincela con trazos irónicos y políticos sus historias, con argumentos sacados de un día común, con semblanzas desempolvadas de los libros de anaqueles o construcciones imaginarias evocadas en las lecturas de clásicos. Nada detiene su mente inquieta obligada a tomar nota permanente de los episodios reales, inclusive al margen de una servilleta, para llevarlos al terreno de la ficción.



El sencillo hombre que mira el éxito con indiferencia nos invita a penetrar en su mundo con tono familiar y asombroso sentido común.







¿Cuándo descubriste que esta era la mejor manera de expresarte?
PACO ROCA: Hay dos partes. Por un lado la nulidad absoluta de poderme dedicar a otra cosa y por el otro, porque desde pequeño lo que me ha gustado es contar historias. Ha sido como una selección natural la que me ha llevado a elegir un camino como este. Es la única forma que he encontrado para expresarme libremente y de forma natural.


¿En qué momento diste el salto a lo profesional?
Después de pasar por diferentes cosas acabé estudiando artes y oficios (gráfico e ilustración), que era lo más parecido a dibujar cómics. Mientras estudiaba comencé a trabajar en publicidad haciendo story boards, los cómics fueron llegando un poco después. Empecé a compaginar su elaboración con la ilustración publicitaria,  durante los fines de semana.

El autor Paco Roca en plena faena creativa.
¿Qué grandes obstáculos has encontrado en ese camino del cómic?
Dar el paso de dedicarte a esto. En la época de los 90 la publicidad estaba a tope y quitarle tiempo a mi trabajo para dedicarme a una actividad con la cual resulta complicado vivir, era una difícil decisión. Fue un paso muy complicado pero lo hice poco a poco. Dediqué menos tiempo a la publicidad y más al cómic. El problema es que cuando decidí saltar ya no quedaban revistas en España. Las únicas que sobrevivían eran El Víbora y Kiss Cómix. A la primera era complicado entrar porque allí publicaban los grandes como Liberatore, Gallardo, Mediavilla, Max, Montesol y Martí. Solo quedaba el Kiss Cómix y seguí ese camino. Era la puerta de atrás.


¿Cómo es eso de que primero hiciste porno?

Sí, es de esto de lo que te hablo. Kiss Cómix era una revista  pornográfica del grupo editorial La Cúpula. Decir que era erotismo es decir poco. Empecé publicando allí para quitarme el gusanillo, mientras hacía publicidad. Fue un trabajo esporádico.

¿Has pensado en realizar alguna novela gráfica de mirada aguda y humorística centrada en los conflictos políticos? 
Cuando me encargaron la serie en Las Provincias, me apetecía hacer algo periodístico. El comic tiene elementos suficientes como para abordar cualquier campo, aunque parece que por ahora se resiste, a pesar de que curiosamente nació en la prensa para desarrollarse más tarde en historias de aventuras e infantiles. Y aunque ha vuelto al periódico, lo ha hecho únicamente desde el humor. Me gustaría abordar el aspecto periodístico como Guy Delisle lo hace en Crónicas de Jerusalén, el cómic hace entendible conceptos que muchas veces son difíciles de comprender. Estoy justamente terminando una historia sobre la crisis para El País Semanal.

Portada de "Memorias de un hombre en pijama".
¿Crees que están condicionadas tus producciones por la demanda de un público determinado?
La verdad es que voy dando un poco palos de ciego intentando contar las cosas que me apetecen y pensando que dentro de lo que sé hacer, debo conectar con los lectores, que al fin y al cabo es la gente que compra y gracias a la cual vivo.
Como leo menos de lo que me gustaría leer, no queda otra que ir por mi propio camino. Es lo que hice por ejemplo con Memorias de un hombre en pijama. 

¿Qué le ha supuesto a tu obra el trabajo conjunto con guionistas?
Cuando te acostumbras a trabajar solo acabas con muchas manías y libertades, por tanto el trabajo con un guionista al comienzo puede resultar muy duro aunque también interesante. Te enriquece. Mi primera experiencia en este sentido fue con el escritor de novela histórica y ciencia ficción Juan Miguel Aguilera para las historias de El Víbora y Gog, de quien aprendí como se estructuraba la historia, cómo debía darle impulso, como convertirla en algo interesante. Cada cual tiene su forma de narrar y de todos aprendes.

Cómic, viñeta y novela gráfica ¿En cuál de los subgéneros te sientes más cómodo? 
Lo importante es la historia que tienes que contar (aventura, humor o más intimista) y es lo que te lleva al formato. Como lo que me gusta es contar historias, intento buscar la mejor forma de hacerlo. Pero desde luego lo que tiene la novela gráfica es que ofrece una libertad absoluta, en ella todo tiene cabida. Puedes tener un ritmo mucho más pausado, puedes  hacer el tipo de dibujo que quieras. Te sientes más libre que cuando estás haciendo un cómic para la industria francesa con un formato determinado y un grabado especial.


Has expresado una clara influencia  franco-belga y una admiración por Hergé. 
En cada etapa he tenido algún referente y entre los primeros están los tebeos de la escuela Bruguera que muchas generaciones siguieron. Crecí con ellos, los he copiado de pequeño muchísimas veces y es lo que más natural me sale. Incluso a veces continúo teniendo algunos tics de esos dibujantes que debo combatir. Después vino la primera influencia de los comics franco-belga desde Franquine a Hergé y posteriormente descubrí el comic norteamericano con Jack Kirby, Frank Miller o Moore donde encontré un nuevo estilo.


Has tenido una aproximación a Taniguchi.
Lo incorporé hace algunos años. Es para mí uno de los grandes maestros y de los que he tomado recursos. Cuando leí El Almanaque de mi padre, me pareció revolucionaria su forma de narrar dedicando viñetas al silencio. Un concepto que el comic occidental no tenía. Yo creo que el manga ha influido mucho en el concepto de novela gráfica y su modo de contar las cosas: Taniguchi es un maestro en la narración a ritmo pausado. ¡Conocerlo en persona fue un gustazo!

En alguna de tus producciones echas mano del Realismo Mágico latinoamericano ¿Tienes alguna relación literaria con Borges, Cortázar o García Márquez?
El título Las Calles de Arena es un homenaje al cuento Arena de Borges quien junto a Cortázar y a García Márquez me han influenciado mucho, en particular todo el material donde la pesadilla se convierte en realidad.

¿Cómo te ves en medio de las innovaciones y la experimentación estética? 
Me gustaría experimentar más, creo que en ese aspecto soy bastante conservador por mis limitaciones como dibujante. El dibujo para mi es tan sólo la herramienta para poder contar mis propias historias y hay veces que le dedico mucho más tiempo a la estructura. Siempre me han interesado más los aspectos del guión y de la narración que los de la estética de la página. Mi estilo es bastante clásico dentro de la línea clara. Mi concepción de página es muy cuadriculada, bastante rígida en muchos aspectos así como mi dibujo. Hay autores franceses que me encantan porque tienen el poder de arriesgarse. Yo en cambio, he encontrado un estilo que me funciona para contar todo tipo de historias. Debería probar cosas nuevas pero tampoco sé bien el camino (risas)...



¿Por qué Kafka en Blanco y negro?
Cuando lees a Kafka la verdad es que cuesta imaginarlo en color. Creo que, sin dudas, acabamos teniendo ciertos tópicos que se traducen en el trabajo final.

¿Qué reto añadido te ha supuesto esta adaptación?
Al ser La Metamorfosis una recopilación de relatos lo que me permitía era jugar con estilos diferentes y es en definitiva lo que más me ha gustado. 
El determinar un estilo apropiado para interpretar el texto supone una duda. Sin embargo, éste me permitía jugar con varios y he podido encontrar el estilo con recursos con los que siempre quise experimentar.

Algunos lectores de cómics afirman que la adaptación de Arrugas al cine se queda corta
También es al revés. He leído críticas en las que ha gustado más la película que el cómic. Eso ocurre en los "no lectores del cómic". Es lógico que haya habido comentarios afines en los dos sentidos porque hay una parte de la historia que la pone el lector. Nunca una narración es la misma para dos personas. Lo que se cuenta en el cómic es lo que no se ve, el espacio entre las viñetas es donde el lector está jugando mientras en su cabeza construye la duración de la escena y lo que sucede en medio (elipsis). El paso de un formato a otro puede decepcionar. El cómic tiene cosas que no sale en la película y al revés (música, voz, movimiento) y es como debe funcionar una adaptación, complementándose. Si es demasiado fiel no tiene sentido. Comparten  el mismo espíritu, muchas anécdotas pero en fin, dos obras suplementarias.

¿Cómo se vive este momento de popularidad y respeto de la crítica?
(Se ríe) La verdad es que no te lo planteas mucho. Sólo te das cuenta que tienes más notoriedad que el resto de la gente y no llegas a entender muy bien por qué, ya que aquí hay muchísimos autores con obras geniales en el anonimato. Honestamente intentas no pensar en la fama y a veces incluso molesta tanta entrevista... "si yo lo que quiero es trabajar y llevo atrasado el siguiente cómic".


¿Vulnera tu intimidad?
Sí, un poco. Pero bueno...también es verdad que un dibujante de cómics es una persona muy anónima. Esto de Los Goya podría interpretarse como "un momento en la vida" ya que nosotros podemos pasar totalmente inadvertidos. Lo que impide pensar en estas cosas es que tenemos que seguir trabajando, ver lo pendiente, el cómo hacerlo y si estaremos a la altura.  El éxito es muy efímero. Un día tienes el foco arriba y al siguiente ya nadie se acuerda de ti.

¿Qué piensas acerca del cómic en formato digital?
De momento el cómic sigue pensado para el papel (en el 99% de los casos), aunque luego se traslade  a lo digital. Está hecho en una doble página, se concibe en ese sentido. De momento lo digital  tan solo es una adaptación a otro medio que no podemos controlar, para el cual no diseñamos especialmente. Algún día, en consonancia con su evolución, lo haremos pensando en el formato digital pero de momento es anecdótico, así como el beneficio que deja con respecto al de papel.

Sin embargo, existen beneficios frente al clásico formato, como el color. Si tienes el monitor bien calibrado, el color es el que has querido, mientras que en la impresión nunca es absolutamente fiel y podría considerarse solo una aproximación. También es una ventaja el catálogo siempre disponible que no ocupa espacio. Una de las cosas más tristes del tema editorial es lo efímero de todo, lo pronto que desaparecen las novedades. Creo que dará más libertad a los autores y hará que nuestro trabajo llegue a cualquier  país a precios más accesibles.


Un mensaje para los que trabajamos en pijama...
A los que trabajéis en casa, ¡ánimo! Que no les tiente hacer cualquier otra cosa en el hogar…tenemos que ser fuertes. Desde hace dos o tres años lo hago con gusto, pero confieso: hay días en los que me apetece poner lavadoras o cocinar algo antes que sentarme a tirar líneas (risas)...








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