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LA VIDA DE PI. Verdadera fantasía.

Una crítica de Lilian Rosales de Canals.

Por obra y gracia de las casualidades un escritor tropieza con el relato asombroso de Piscine Patel (Pi), el adolescente que vive una aventura inimaginable. Este joven de 17 años, hijo del propietario de un zoológico en la India, se ve obligado a abandonar el país junto a su familia por razones políticas. Juntos emprenden un viaje rumbo a Canadá pero son sorprendidos por una tormenta que les sumerge en el Pacífico. Solo parecen sobrevivir al naufragio Pi y un tigre de Bengala, apodado Richard Parker, con quien habrá de iniciar una maravillosa odisea. Así comienza  "La vida de Pi".




Superando toda apuesta anterior, el director Ang Lee (Taiwan, 1954), recordado por "Crouching Tiger", "Hidden Dragon", "Brokeback Mountain" y "Hulk", se embarca en la historia de Pi y alcanza el esplendor cinematográfico. 

Considerada como "imposible de plasmar en el cine" los directores Night Shyamalan y Alfonso Cuarón desistieron de dirigirla. Es entonces cuando el realizador taiwanés se adueña del ajeno relato de Yan Martell (2001) para hacer cine por encargo y consigue imprimir su toque personal. El resultado, una genuina y exquisita historia, técnicamente impecable, que rebasa la línea de "Narnia" y acaba proponiendo un careo con la realidad.






Fe y supervivencia
La película sobrepasa la fascinación por la saga que cuenta, tal vez porque Lee ha centrado sus fortalezas como director de cine en explorar el interior de su personaje y en recuperar la fábula como remedio paliativo a las vivencias traumáticas del joven protagonista.

"Tal vez Richard Parker no se puede domesticar,"(…) "pero con la voluntad de Dios puede ser entrenado" dice el joven Pi.

La mitad de la historia transcurre en pleno océano Pacífico entre el joven indio y el tigre sobre una balsa. Difícil apuesta para el director que hace de esta relación tan intensa, como si de dos personas se tratara, sin incurrir en el error de forzar un antropomorfismo del felino. Este continuará siendo un depredador hasta el final y alcanzará la categoría de "amigo" tan solo en la mente del joven Pi. A tal fin, la ausencia de diálogo luce una fortaleza narrativa y nos trae a la memoria, con evidente distancia, escenas de "El Náufrago" y su compañero Wilson.

El guión entreteje pasado y presente mediante un hilo conductor que a fin de cuentas habremos de descartar. En el momento en el que Piscine revela el quid del relato, advertimos que hemos estado en outside aunque gustosamente desconcertados, descubrimos que todo ha conspirado con la trama para que cierre en un círculo narrativo perfecto. Aquello también explica el brevísimo pero significativo paso del gran Gérard Depardieu como el cocinero desagradable.


Desconocidos
Tras la búsqueda que superó a los 3.000 jóvenes para el papel protagónico, Lee atinadamente concede el honor a un actor desconocido, Suraj Sharma (Malayam, 1993) quien quedará identificado exclusivamente con Pi. El debutante joven luce admirable, histriónico y jamás deja traslucir su falta de veteranía. El resto del elenco está conformado en gran medida por rostros poco familiares para la taquilla americana (Irrfan Khan y Tabu son bien conocidos por los espectadores de cine de Bollywood). Esta intención clara de trabajar con artistas que no contaminaran el film, llevó al director a sustituir a Tobey Maguire en el papel del escritor por el inglés Rafe Spall, argumentando que probablemente sería demasiado irritante para el espectador ver a un actor de alto perfil comercial en un pequeño personaje.


Festín visual
La invención de Hugo y ahora La vida de Pi demuestran que el 3D puede llegar a ser mucho más que una mera adición de ingenio y cinética. La crítica norteamericana se ha ensañado en este acento de la producción de la Fox2000 Pictures. Para muchos críticos, la exuberante belleza en imágenes opaca al argumento y resta fuerzas a la narración. Para nosotros, sin embargo, es una inmejorable herramienta para imprimir veracidad, esplendor y notoriedad. La ferocidad del salvaje tigre fue recreada en los estudios de animación a partir de las características de 4 ejemplares reales. Pero Richard Parker no es la excepción. Ballenas, cielos infinitos, mares fosforescentes extasiarán al espectador, así como lo harán las impresionantes escenas oceánicas rodadas en un gigantesco tanque de oleaje de auto-generación construido por el propio Lee en Taiwán, claro logro de efectos visuales supervisado por Westenhofer Bill  ("Las Crónicas de Narnia" y "Men in Black II”).


Y aunque su autor señala la compleja tarea para reproducir los tonos de la India, la alucinante fotografía del chileno Claudio Miranda, la iluminación y el empleo de los  colores, convergen en un festín visual. 

La vida de Pi es, a fin de cuentas, una pieza excepcional, yuxtaposición de lo terrenal y lo trascendente, de la supervivencia y la espiritualidad, poniendo toda la tecnología de última generación al servicio de una intensidad emocional que arranca risa y lágrima. Probablemente sea este uno de los más geniales trabajos del versátil director Ang Lee

“La vida de Pi” de Ang Lee
se ha estrenado el 30 de noviembre.









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